domingo, 26 de febrero de 2012

La epidemia mundial de SIDA

Alrededor de 2,6 millones de personas se infectaron en el 2009 y, en este mismo año, 2 millones de personas murieron de SIDA. África subsahariana es la zona más afectada por la epidemia. En el 2009, aproximadamente tres cuartos de las muertes por SIDA se produjeron en esta región.

La epidemia ha tenido un impacto devastador en las sociedades, economías e infraestructuras. En los países más gravemente afectados, la esperanza de vida se ha reducido a 20 años. Los adultos jóvenes durante los años productivos son la población de mayor riesgo. Por lo tanto, muchos países han padecido una reducción del crecimiento económico y un incremento de la pobreza interna. En Asia, esta infección provoca una pérdida de la productividad mayor que cualquier otra afección. Los años más productivos de un adulto son también aquéllos en donde se incrementan las posibilidades de reproducción. Además, aquéllos que han muerto de SIDA suelen dejar hijos huérfanos. Más de 16 millones de niños han perdido a uno o a ambos de sus padres a causa del SIDA.

En los últimos años, la respuesta a la epidemia se ha intensificado. En los últimos diez años, en los países de ingresos bajos a medios, el gasto invertido en esta infección se ha sextuplicado. También se ha incrementado el número de personas que realizan tratamientos antirretrovíricos; el número anual de muertes por SIDA ha disminuido, y el porcentaje mundial de infectados con VIH se ha estabilizado.

No obstante, los logros recientes no deben llevarnos a tomar actitudes complacientes. En todas partes del mundo, las personas infectadas con VIH aún enfrentan el estigma social y la discriminación que provoca esta enfermedad. Además, muchas personas no pueden acceder al tratamiento y los cuidados adecuados. En los Estados Unidos y algunos países de Europa occidental, central y oriental, las tasas de infectados se están elevando, lo que indica que la prevención es ahora más importante que nunca. Los esfuerzos preventivos que han evidenciado su eficacia deben incrementarse, y también deben alcanzarse los objetivos del tratamiento. Deben intensificarse los compromisos en el ámbito gubernamental y comunitario y deben llevarse a cabo de manera tal que un día el mundo pueda presenciar el final de esta epidemia mundial.

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